MIÉRCOLES 15
Desayunamos (bien) y salimos de Tràpani en
dirección a San Vito Lo Capo1
por la carretera de la costa, por causa del paisaje. Realmente maravilloso, y
eso que la brumilla existente impedía ver con nitidez la lejanía.
El pueblo en sí no ofrece mucho, con
excepción de una playa maravillosa.
Después de dar una vuelta por la costa este, regresamos con la intención de continuar con nuestra hoja de ruta: las salinas. Primero fueron las de Tràpani (desde carretera SP21).
Rodamos
por aquella llanura de agua parcelada que el sol arrancaba vivos colores, todos
diferentes, contrastando con el blanco cristalino de la sal amontonada. En
varias hectáreas, solo destacaban unos pocos molinos, mudo testimonio del
pasado, contadas edificaciones y una torre, vestigio histórico de un hito de
vigilancia.
Estuvimos en el Museo del sale (a nuestro aire): me encantó saber que los molinos
de viento accionaban tornillos de Arquímedes (¡vaya tornillos con carcasa de
madera!). Comimos en una pizzería frente al mar, por Torre Nubia.
Para llegar a las otras salinas, un poco más al sur, seguimos por la SP21, evitando meternos en el Aeropuerto de Tràpani-Birgi (todo eran facilidades para ello). Mientras esperábamos la lancha para Mozia, descansamos un poco en el embarcadero, frente a las salinas de Marsala.
No podíamos quitar ojo del paisaje y del
espectáculo de los enormes caballones de sal lanzando destellos y de las pilas
de tejas preparadas para protegerlos frente a la lluvia y de…
La lancha navegó por el canal de salida
antes de entrar en aguas de la laguna Stagnone,
después enfiló rumbo a la isla San Pantaleón (nombre actual de Mozia), que se
encuentra en medio de la citada laguna (casi laguna, realmente), integrando una
Reserva Natural. No es extraño que los fenicios establecieran una colonia en
este lugar: buen clima, protegido del mar, fácil de vigilar, distante un
kilómetro de la costa oeste siciliana (antiguamente existió un camino
transitable en marea baja) y… con agua dulce.
Es propiedad
de la Fundación
Whitaker2, con control de acceso y peaje.
La entrada a la isla te da derecho a recorrerla y visitar el museo y las ruinas repartidas por toda ella. Aquél expone cantidad de objetos procedentes de diferentes excavaciones: piedras grabadas o no, estelas funerarias, jarras de pasta vítrea policromada, útiles domésticos, herramientas, piezas cerámicas, figuras…, así como profusa información de los trabajos realizados allí. Llama la atención una serie de vitrinas de madera en blanco que yo juraría que son de la primera época de la casa..
Destaca
la estatua de mármol del “Giovane di Mozia”, verdadera joya de la
corona y muy famosa en el ámbito de la arqueología. Personalmente,
me encantó una máscara (de
significado apotropaico, dicen) de terracota dotada de una
gran sonrisa.
.
El paisaje nos retuvo en las proximidades,
todavía un rato, antes de partir hacia Marsala. Los colores de las salinas iban
variando con la aproximación del sol al horizonte y el claroscuro se adueñaba
de la costa (gran espectáculo).
Llegamos al hotel4 (muy guapo), una ducha reparadora y… ¡a la calle! Ya anochecido, el paseo nos llevó a transitar por las calles de la parte vieja de la ciudad antes de recalar en una terracita5 donde tomamos un vino (nos habíamos aficionado) y, arrullados por la fuente de la plazuela, continuamos con un plato típico para prolongar el momento.
Poco a poco esto va saliendo;
queda mucho en el "tintero", pero...
A todos, ¡buena semana!
(la última del mes)
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(1)
La
idea original era ir a Scopello pero, por causa de programa, se cambió por San
Vito, con la intención de acercarnos a la primera población solo si el horario
lo permitía (al parecer sí existe comunicación directa, pero muy complicada,
conocida por los lugareños, utilizando caminos que “se acercan y se alejan de
la costa”).
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(2)Mencionas Whitaker en Sicilia y casi seguro
que han oído hablar de él; citarlo en Palermo (una calle, una villa, una
fundación, mucha historia…) y difícilmente pase desapercibido; pero si es en
Marsala… (“un inglés que le gustaba el vino de aquí…” o “montó bodegas y vendía
vino de Marsala por todo el mundo” o “un británico que hacía vino y
excavaciones” o “compró la isla de San Pantaleón en la laguna”) hablas de un
“vecino” ilustre. Pero notas que muchos confunden las acciones de dos Whitaker,
a saber:
● Joseph Whitaker (1802-1884) fue un
inglés que, muy joven, aterrizó (y se estableció) en Sicilia para colaborar con
un tío materno en el negocio del vino de Marsala. Emprendedor y activista, se
distinguió como gran empresario y como benefactor social. Tuvo doce hijos.
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(3)
En
el recorrido volvimos a encontrar una planta silvestre, con florecillas color
violeta, que ya vimos en Segesta y que se nos ocurrió bautizar como “quitameriendas
siciliana”, por pensar que era otoñal. Lo cierto es que ésta y la Colchicum montanum no se parecen en nada (el color y solo en algún caso).
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(4) El no pillar
un B&B en la zona vieja y el aprovechar una buena oferta nos hizo reservar en
este magnífico y céntrico establecimiento.
Hotel Carmine, Piazza Carmine 16, Marsala (TP)
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(5) Ciacco Putia Gourmet , Via S. Cammareri Scurti 3, Marsala-TP
(frente Chiesa Purgatorio)
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