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martes, 23 de abril de 2013

UN, DOS, TRES… EL RITMO PUEDE SER DESCORAZONADOR Y NO PASAR DE AHÍ




23 de abril (martes):
Día Internacional del Libro. Hoy, por motivos varios, voy a permitirme llenar esta hoja del Bloc con un microrrelato. Su gestación fue difícil: el feto se cimentó sobre una buena idea (a mi entender), pero creció mucho y el cuello del útero no permitía el paso de más de 150 palabras, hubo que podar y eso, ya se sabe, no es cortar de cualquier manera una u otra rama de no importa dónde. Al final se parió como se pudo, intentando mantener la secuencia numérica, y la criatura, bueno, quedó así:



UN, DOS, TRES… ¿SOLO NÚMEROS?


 



Entre aquella aglomeración, solo una persona me atraía y, aunque tus dos ojos me turbaban, los tres hoyuelos de tu sonrisa me chiflaron. Un vértigo me sobrevino cuando dos besos tuyos me embriagaron y, al final, el encanto se rompió con tres avisos de la megafonía de la estación. Un centímetro de vidrio nos separaba las dos manos, dentro y fuera del tren, antes de que tres pitidos nos distanciaran.




























Sentado sobre un raíl, entre dos lágrimas, vi volar tres gorriones con trayectorias espacialmente iguales pero temporalmente diferentes. Pensé en una posible ecuación de orden dos y grado tres que definiera… ¿su vuelo?, no, tu vuelo. Escapóseme(*) una idea y dos hombres de blanco en tres minutos me secuestraron. 



Ahora, aquí reina un gran sigilo apenas turbado por dos pastillas cayendo tres veces, diariamente, en el vaso. Solo queda un pensamiento, tú, y nuestros dos silencios: los tres… eternos.






 



A pesar de todo, a todos, felicidad y suerte, mucha suerte





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(*) Aunque mi compañero Microsoft no quiere admitirme como correcto el vocablo, éste es adecuado. Ya en el Siglo de Oro nuestros escritores lo utilizaban; Tirso de Molina, por citar uno de los grandes, y antes Baltasar de Alcázar, de quien incluyo un simpático poema:
 



Salir por pies

Mostróme Inés, por retrato

de su belleza los pies;

yo la dije: -Eso es, Inés,

buscar cinco pies al gato.

Rióse, y como eran bellos,

y ella por extremo bella,

arremetí por cogella,

y escapóseme por ellos






Baltasar del Alcázar (Sevilla, 1530  Ronda, 1606) fue el sexto hijo de don Luis del Alcázar, jurado del cabildo municipal de Sevilla. Fue militar, llegando a alcaide del castillo y villa de Los Molares. Murió sin haber publicado ninguna de sus poesías (como ahora). Éstas se conservan gracias a las copias de un solo manuscrito, hoy perdido, que confeccionó el pintor Francisco Pacheco, quién también dibujó el único retrato que se conoce de él.