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miércoles, 26 de octubre de 2011

LEONARD COHEN, UN MITO PRÓXIMO A LA LEYENDA, ESTUVO CON NOSOTROS



La exposición tenía un buen título: “COHEN: LA CARA B. DIBUJOS Y GRABADOS DE UN ARTISTA MULTIDISCIPLINAR” y se inauguraba el pasado jueves a las 12:30 en el vestíbulo del Aulario A del Campus de Humanidades. Perfecto, aprovechando que tenía una gestión pendiente en la Secretaría de la Universidad… A las 12 h., o antes, ya me había apoderado de un cacho de escalón de la escalera sur y… a esperar con el periódico.

De repente entró y la presencia de Leonard Cohen llenó por completo el vestíbulo del pabellón universitario. La Decana, dispuesta y graciosa, hizo de perfecta anfitriona recibiendo en la puerta y acompañando al polifacético artista durante los veinte minutos que duró el acto. Todo fue bien: una pizca de protocolo, un puñado de formalidad y el resto de un saber estar en un ambiente estudiantil.


Tres grandes paneles recogían una muestra de casi treinta dibujos y grabados, de este canadiense internacional, orlados por mil y una papeletas pinchadas con chinchetas, donde cada cual había escrito su frase: ora cariñosa, ora animosa, de felicitación o de bienvenida, o… simplemente “genial”. También en el “libro de visitas” aparecían textos similares precediendo a las firmas.






Cuando Cohen, en su recorrido, alcanzó el enorme hueco entre escaleras cubierto por un gran lucernario, una fuerte ovación procedente de los pisos superiores acompañó al chorro de luz cenital que le inundó; él quitó el sombrero y, saludando, dio las gracias.







Nuestro hombre, con traje oscuro y sombrero a juego, se recreó en la exposición, leyó cantidad de mensajes, hizo los pertinentes comentarios, firmó en el libro de visitas de la exposición, descubrió una placa conmemorativa, escuchó el “Gaudeamos Igitur”, llegó a firmar un autógrafo en el brazo de una decidida rapaza (*) y, en todo momento, saludando con el sombrero en mano, dio las gracias al público, incluso frente al micrófono que la Sra. Decana le puso casi en la boca: “Sólo puedo decir gracias”.

 








Al marchar dejó tras él una estela de simpatía junto con un “thank you for your kind attention to my work” reseñado en el libro de visitas de la exposición.


 


El viernes por la tarde Leonard Cohen recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. En el breve discurso que pronunció en el solemne acto nombró los dos hitos que marcaron su vida, ambos españoles: García Lorca, el poeta cuyos versos permitieron al canadiense encontrar “su voz” y un joven guitarrista que, a principios de los 60 del pasado siglo en Montreal, le enseñó “seis acordes que han sido la base" de todas sus canciones y de toda su música (**).



Rememoró también que, mientras preparaba su equipaje en Los Ángeles para venir a España, asió su guitarra Conde, hecha en España hace cuarenta años, ligera "como llena de helio", olió su "fragancia de madera viva" y supo que debía un agradecimiento "al suelo y la tierra" del pueblo que le "ha dado tanto" por Lorca y por su maestro de guitarra en Montreal.

Acabó diciendo “la base de mis canciones, de toda mi música, la gratitud que debo, están arraigadas en este país. Toda mi obra procede de aquí; mis canciones, mi poesía, están inspiradas en esta tierra. Mi obra es suya. Sólo puedo dar las gracias porque me hayan permitido firmar al final de la última página”. Emocionó a todos, desde la reina Sofía hasta el acomodador del teatro Campoamor.

Leonard Cohen, hombre internacional (ha vivido en Montreal, Nueva York, Hydra –Grecia-, Londres y Los Ángeles, además de retirarse durante varios años a un monasterio budista) nacido en Canadá; 77 años pensando, dibujando, escribiendo y componiendo; ideas, poesía, novelas, canciones,… Ser de pensamiento enrevesado pero analítico, texto anímico y sugerente, voz profunda y cautivadora. Mente que traslada su pensamiento a la poesía, su poesía a la música y su música a lo más hondo de nuestra alma.

Una docena de libros, un centenar de dibujos y grabados, trescientas canciones,… todos llenos de amor y sexo, sexo y religión, religión y depresión, depresión y música, música y amor… y siempre, siempre buscando su camino, su “voz” en la tierra.

Leonard Cohen, todo un mito cerca de la leyenda.



Aunque los más viejos quizás recuerdan “Suzanne”, la canción más conocida por la gente (joven) que deambulaba por aquí es “Aleluya” (***). He elegido, pues, el vídeo de ésta; también la letra para los más curiosos.
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(*) La joven se había posicionado desde muy temprano junto a la cinta que separaba el área del público, en el desembarco de la escalara donde yo me situé después. La tenía a mis pies y podía oír sus proyectos, relacionados con la presencia de Cohen, que relataba al segurata y a todo dios que se acercara por aquella zona; estaba muy ilusionada. El vestido que llevaba la protegía poco del frío pero dejaba ver bastante piel con tatuajes; el resto de su aspecto era todo menos discreto. Efectivamente, cuando el cantautor pasó cerca de ese punto no pudo dejar de firmarle un autógrafo en el brazo (¡menos mal que extendió sólo el brazo!).
Un bonito juego:


(**) Conoció al joven español en un parque de Montreal. Le cautivó cómo tocaba la guitarra y le pidió que le enseñara. Se comunicaban en francés y concertaron unas clases que se desarrollaron en el domicilio de la madre de Cohen. Éste aprendió los seis acordes en tres únicas lecciones y no pudo continuar porque aquél no se presentó a la cuarta. Lo llamó a la pensión en la que se alojaba y le dieron la noticia: se había suicidado. (Silencio sepulcral en el Teatro Campoamor). “Yo no sabía nada de ese señor, ni por qué estaba en Montreal, ni por qué había ido a aquella cancha de tenis del parque. Me quedé muy triste”.

Agregó que tan emotiva historia jamás la había expresado en público


(***)
"Hallelujah" de Leonard Cohen
" Aleluya" (traducción)

Now I've th eard there was a secret chord
That Daviod played and it pleased the Lord
But you don't really care for music, do you?
It goes like this: the fourth, the fifth
The minor fall, the major lift
The baffled king composing Hallelujah
Hallelujah... Hallelujah...
Hallelujah... Hallelujah...

Your faith waas strong, but you needed proof
You saw her bathing on the roof
Her beauty and the moonlight overthrew you
She tied you to a kitchen chair
She broke your throne and she cut your hair
And from you r lips she drew the Hallelujah
Hallelujah... Hallelujah...
Hallelujah... Hallelujah...

You say I took the name in vain
I don't even know the name
But if I did, welll really, what's it to you?
There's a blaze of light in every word
It doesn't matter which you heard
The holy or the broken Hallelujah
Hallelujah... Hallelujah...
Hallelujah... Hallelujah...

I did my best, it wasn't much
I couldn't feel, aso I tried to touch
I've told the truth, I didn't come to fool you
And even though it all went wrong
I'll stand before the Lord of Song
With nothing on my tongue but Hallelujah

Hallelujah... Hallelujah...
Hallelujah... Hallelujah...
Hallelujah... Hallelujah...
Hallelujah... Hallelujah...
Hallelujah... Hallelujah...
Hallelujah...
Hallelujah...
Hallelujah... Hallelujah...
Hallelujah... Hallelujah...
Hallelujah


Ahora he oído que había un acorde secreto
que David tocó y ello alegró al Señor
pero a ti realmente no te preocupa la música ¿no?
Va de este modo: la cuarta, la quinta
el menor cae, el mayor sube
el rey perplejo componiendo Aleluya
Aleluya... Aleluya...
Aleluya... Aleluya...

Tu fe era fuerte, pero necesitaste pruebas
La viste bañarse en el tejado
Su belleza y la luz de la luna te derrocaron
Ella te ató a una silla de la cocina
Destrozó tu trono y te cortó el pelo
y de tus labios ella extrajo el Aleluya
Aleluya... Aleluya...
Aleluya... Aleluya...

Dices que usé el nombre en vano
yo ni siquiera conozco el nombre
pero si así fuera, bueno realmente, ¿a ti qué te importa?
Hay un destello de luz en cada palabra
no importa cual oíste
la sagrada o la rota Aleluya
Aleluya... Aleluya...
Aleluya... Aleluya...

Hice cuanto pude, no era mucho
No podía sentir, así que intenté tocar
He dicho la verdad, no vine a engañarte
e incluso a pesar de que todo fue mal
me levantaré ante el Señor de la Canción
sin otra cosa en mi lengua que Aleluya

Aleluya... Aleluya...
Aleluya... Aleluya...
Aleluya... Aleluya...
Aleluya... Aleluya...
Aleluya... Aleluya...
Aleluya... Aleluya...
Aleluya... Aleluya...
Aleluya... Aleluya...
Aleluya

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A todos, ¡buena tarde y feliz jornada!