MICRORRELATOS: DEL ODIO FRATERNAL Y DE LA RECUPERACIÓN DE LA INFANCIA PERDIDA

0.- ORIGEN

Como ya adelanté en Microrrelatos: De la ley del silencio y del bucle sin fin y en Microrrelatos: Del hartazgo y la provocación; del miedo y el hartazgo (los invitados puntualesy los martinis en cadena), todo empezó en el taller.

1.- BABY JANE

“Teresa va de blanco. Javier de frac”. Informa tía Juana, apostada en la puerta de la capilla, a todos los que van llegando. Si alguien no se sorprende se lo repite gesticulando con todas las facciones de su rostro. La mayoría es gente de mente abierta y pasa de la vestimenta de la pareja. Por lo mismo esboza un “¡oh!” para satisfacer el deseo de Juana.

Fueron entrando y sentándose. El sacerdote miró a los asistentes, carraspeó e inició el responso. Juana contemplaba los féretros de sus sobrinos; sonreía satisfecha. Gesto que se desvaneció cuando sintió los cuchicheos de los deudos que desfilaban alrededor de los ataúdes. Levantó la vista y advirtió una sonrisa brillando al otro lado del oratorio: era Blanca, su hermana. Algo no iba como debiera. Se acercó al túmulo doble, miró y casi se desmayó: Javier iba de blanco y Teresa de frac.

2.- BALAS POR NOTAS

Había un niño que no sabía jugar: Mivek. Hacía una semana que habían llegado 17. Y, ¡Dios!, en qué estado. Sor Paulina se había hecho cargo de ellos. Vivían en un pequeño cobertizo, junto al dispensario. 16 jugaban en la explanada. A fútbol, sobre todo, con una pelota de trapo. Cosas de sor. Comer y jugar, lavarse y jugar, dormir y jugar. Más adelante vendría escuela y catecismo.

El niño siempre solo, callado, mirando… La monja ya conocía el paño. “Mivek, acompáñame, por favor”, le tendió una mano y, sin ofrecerle alternativa, arrancó con dirección a la capilla. El niño se vio sentado, junto a la religiosa, en una banqueta frente al teclado del armónium. Y escuchando un soliloquio: “Brahms… quizás, no; Mozart, sí Mozart, que obra milagros. Perdona, Dios mío (levantando la vista al techo), y… anda, échame una mano”. Y mirando al pequeño con una chispa de complicidad: “¿Sabes cómo se llama este aparato?, Kalashnikov (*). Ya verás cómo dispara”.

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A todos, ¡feliz fin de año!
y cuidado con él

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 (*) Mijail Kalashnikov, padre del AK47, acaba de fallecer estos días.

 

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 (**) Las imágenes, por orden, proceden de:

	unav.es
	el rincon de la moda.com + lareboticadelamoda.files.wordpress.com
	cine
	instinto-deportivo.blogspot.com.es + jessicahiltout (elchupete.com)
	es.wikipedia.org + contipianoforti-it sanchoamigo.wordpress.com