VIERNES 17
La
salida de Agrigento (sí, el desayuno
estuvo bien) fue sin contratiempos gracias a las detalladas explicaciones de
Francesco. Enna, ombligo de
Sicilia, es la capital de la única provincia que carece de costa y se encuentra
sobre una meseta que le proporciona unas vistas espectaculares.
Aparte de disfrutar de éstas (y de un café
muy rico), las horas que pudimos dispensar a esta ciudad1 las utilizamos en pasear por sus calles, observar su
gente, ver sus iglesias y palacios y visitar la catedral.
Salimos
de Enna con rumbo a Piazza Armerina, bordeamos el núcleo urbano y paramos a
comer en el desvío a la Villa Romana
del Casale.
Ésta superó con creces nuestras
expectativas. Esperábamos algo grande y nos encontramos con algo enorme,
pensábamos ver muchos metros cuadrados de mosaico y admiramos una extensa
superficie de bellos cuadros taraceados con un arte inusitado. ¡Fabuloso!
En la
visita hubo dos cosas que me chocaron con respecto a la lectura previa.
La
primera, un cierto olvido (o falta de relevancia) de la arquitectura de este
conjunto de edificios tan bien ensamblados, con un estudiado programa de
requerimientos que desemboca en una muy buena organización de las diferentes
áreas (de acceso, de distribución, privada, social…), lo que proporcionaba una
vivienda muy funcional y de placentera habitabilidad.
Es cierto que la belleza de los mosaicos
(cantidad y calidad) destaca, pero no lo es menos que la solución arquitectónica
de la villa también merece un fuerte aplauso.
La
segunda cosa es el mosaico de las “Chicas en Biquini” tan aireado y publicitado2.
A mi
entender hay mosaicos más hermosos (alguna escena de caza, por ejemplo),
más
ingeniosos (tigre mirándose en la bola-espejo),
más dinámicos (alguno de danza),… y si es
por sexy… ahí está el (precioso) culo de Psique.
Era
tal la abundancia de temas (naturaleza, agricultura, caza, pesca, juego, danza,
circo, calendario, música, atletismo, mitología, etc.) y el tratamiento de los
mismos (la ingeniosa exposición de la captura y transporte de animales para el
circo, por ejemplo)
que casi perdías el interés por ciertos
dibujos y cenefas realizados con gran primor de tonos y geometría.
En conjunto, lo dicho, una maravilla; de la
que tuvimos que despedirnos (¡cómo corrían las manecillas del reloj!) para
dirigirnos hacia Ragusa.
La entrada en esta ciudad fue nocturna y el
acceso a nuestro hostal3 llegó a su término gracias a la colaboración popular
(pero hay que saber preguntar, cada persona requiere un tipo de pregunta) y a
José que vino a buscarnos al aparcadero hasta donde llegamos, después de chocar
contra la señal de “prohibido no residentes o autorizados” en la boca de Ragusa
Ibla.
Fue un acierto, de acuerdo con Miguel
Reyero, venir a dormir a esta parte de la ciudad. El paseo nocturno fue
encantador, había mucho ambiente: era todo un espectáculo ver a la gente
paseando o llenando las terrazas de bares y restaurantes. Todo favorecido por la
iluminación que destacaba el escenario urbano compuesto por agradables calles y
plazas y bellos edificios.
SÁBADO 18
Dedicamos la mañana a visitar Ragusa, principalmente Ibla. Recorrimos las calles y plazas empezando por los Giardini Iblei, al Este. Muy guapos ellos y con una preciosa panorámica hacia el valle; dentro, las iglesias de Santiago y de los Capuchinos, a la puerta, la de San Vicente Ferrer (auditorio).
Volvimos a admirar el curioso edificio (ahora, de día, cerrado) del Circolo di Conversazione4.
Visitamos la catedral (mucha luminosidad con la ingeniosa solución de esbeltas columnas soportando casquete de la cúpula) y otras iglesias (abiertas a esas horas).
La del Purgatorio, por ejemplo, abajo, en la Piazza della Repubblica, antes de comenzar la ascensión hacia Ragusa Alta (olvidamos prudentemente el número de escalones a subir).
Fuimos viendo palacios, balcones (¡qué canecillos!), antes y después de la iglesia de Santa Maria delle Scale. Vimos la (otra) Catedral.
Después tuvimos que regresar para coger el
coche y enfilar la carretera con dirección a Modica.
Llegamos, aparcamos, un bocadillo, una
cerveza, un montón de tarjetas para la “zona azul” y nos lanzamos con la guía y
el plano de la ciudad. Sabíamos de su desnivel y de sus dilatadas escaleras,
pero todavía nos sorprendió (bueno, nos fatigó). Resulta asombroso que una
población como ésta tenga tal número de iglesias (y palacios) y de un tamaño
tan grande. Bueno, incluso dos catedrales (como la capital de la provincia).
Visitamos cantidad de ellas, también las calles más emblemáticas; incluso
pillamos un casamiento5
en San Giorgio que alteró un poco nuestra visita (nuestra vestimenta no
invitaba a la pregunta si da sposo o da
sposa). Desde la iglesia de San Giovanni (allá arriba) nos acercamos al
Pizzo para admirar la panorámica que este belvedere ofrece.
Anochecía
y regresamos a Ragusa sin haber comprado chocolate (¡imperdonable!) pero, esas
son las cosas que hay que superar.
Conseguimos reservar mesa en una trattoria6 que nos había recomendado José y fuimos a tomar un
vino a un local7 que, al
principio, nos tiraba para atrás por el lujo: estupendo, buen vino, buen
precio, tapa guay con arancini… (una velada completa).
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(1) Como he citado anteriormente, el programa inicial incluía visitas no recogidas en el posterior cuaderno de ruta: “el reloj” obligó a recortar (seleccionando, claro). En este caso se había caído Caltagirone y la práctica demostró la imposibilidad de visitarla. Otra cosa pudiera haber sido eliminar Enna a favor la ciudad de la cerámica, no sé, quizás, pero lo indiscutible era visitar la Villa Romana del Casale (demostrado fehacientemente).
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(2)
La foto de las “Chicas en Biquini”, como fórmula publicitaria en los folletos sobre
la Villa Romana del Casale, incluso de Sicilia, no parece mal: es algo que
vende. Para otro tipo de publicaciones, a mi entender, hay mejores mosaicos para
abanderar la Villa.
En cuanto a ser antecesoras de las
modelos de Louis Réard…, pues no; una cosa es
que el bañador de dos piezas inventado por el francés se compare con la ropa
deportiva de nuestras amigas romanas y otra que se obvie la importancia de esta
actividad (y con aspecto competitivo) en el mundo femenino: no hay que olvidar
que la mujer no tenía cabida en las olimpiadas griegas y, en las modernas, no
logró su presencia oficial hasta 1920. Ese puede ser un aspecto social a
considerar en el mosaico de esa habitación.
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(3) B&B Giardino di Pietra, Via Chiasso Guerra 13, Ragusa Ibla.
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(4)
Este casino de Ragusa Ibla tiene una curiosa fachada (también un salón espectacular
en el interior) y un precioso nombre, pero el renombre se lo ha proporcionado
la serie de televisión sobre el Comisario Montalbano (personaje del escritor
Andrea Camilleri).
En una librería próxima compramos un
librito (A spasso con Montalbano) que
recoge las fotografías de los escenarios de la citada serie pertenecientes a
esta provincia. Por ejemplo, Casa Montalbano (Punta Secca), Casa di Don
Balduccio Sinagra (Donnafugata), Casino donde jugaba el médico Pasquane (Ragusa
Ibla), etc.
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(5)
La ceremonia como todas, pero el acto social… muchísima gente de toda edad,
emperifollada a tope, casi todos habían ido con su coche (barrio de escaleras y
calles estrechas), que habían “aparcado” por doquier y que, al final, acercaban
a la iglesia: gran pitote y colapso de toda la zona. Pero lo más singular (y
simpático) era el tractor con remolque que aguardaba en una calle próxima para
acercarse a la salida de los esposos: iba “engalanado” con los distintivos del
campo, una jaula de varas con gallinas, una pacas de paja, dos calabacines de
tamaño sobrenatural, una cesta de hortalizas,… (¡lástima de cámara sin
batería!).
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(6)
Resultó de muy buena relación calidad-precio y las jóvenes que servían eran
encantadoras.
Trattoria LA BETTOLA, Largo Camerina
7, Ragusa Ibla
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(7)
Aviso: el restaurante tiene una carta de “nivel” y un local muy moderno.
MAD (Magazzini Donnafugata), Piazza
Pola, Ragusa Ibla
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