JUEVES 16
Mazara del Vallo no figuraba en el cuaderno
de ruta. Inicialmente había considerado su visita para esta etapa, pero, como
ya he citado, la presión de la realidad me llevó a eliminar diferentes poblaciones
(siempre quedaban como “plan B”). Y… menos mal, porque la salida de Marsala (después
de un excelente desayuno, por cierto) nos encauzó hacia unos derroteros no
previstos que, aún llevándonos a Selinunte, vía Castelvetrano, lo hicieron en
más tiempo del tipificado (en el caso más duro).
Siguiendo la “flecha” hacia
esta población, circulamos por unas carreteras realmente curiosas, una de ellas,
durante cerca de treinta kilómetros resultó ser muy estrecha y con un pavimento
que casi te obligaba a cumplir el límite de 30 Km/h, cuando no desaparecía
(literal) en un trecho. Pero simpática a tope, nos cruzamos solo con dos
vehículos (2) y disfrutamos de otro paisaje, lomas y vaguadas suaves con campos
de cultivo (viña, sobre todo y chumberas), algún cañaveral en el entorno de
pequeñas charcas, casas de campo (bastantes abandonadas) y una pequeña
construcción (2-3 m.), de nueva factura, de forma cilíndrica que se repetía
junto a las citadas casas (incluso en algunas de las arruinadas). Lo único que
lamento es no haber dispuesto de tiempo (Selinunte nos esperaba) para parar y
escudriñar aquellos andurriales. La amabilidad de la gente palió el defecto de señalización
para atravesar Castelvetrano.
El parque arqueológico nos impresionó por su
tamaño. Aunque llevábamos el planito preparado, lo cierto es que no habíamos mirado
la escala (en el supuesto de que la tuviera). También es verdad que con el
calor (¡vaya otoño!) las distancias se dilatan. Pasamos por taquilla1 y nos dirigimos a la zona
oriental;
allí estuvimos viendo los Templos E, F y G. Resultaba curioso ver los tres tan grandes, paralelos (orientados E-O) y tan próximos, realmente debieron constituir un santuario. Leímos que el G era octástilo (quizás por su enorme tamaño), cosa poco habitual en Sicilia, donde, al parecer, suelen ser hexástilos.
allí estuvimos viendo los Templos E, F y G. Resultaba curioso ver los tres tan grandes, paralelos (orientados E-O) y tan próximos, realmente debieron constituir un santuario. Leímos que el G era octástilo (quizás por su enorme tamaño), cosa poco habitual en Sicilia, donde, al parecer, suelen ser hexástilos.
Buscando
la sombra de la vegetación caminamos hasta la Acrópolis. Realmente
impresionante. Fuimos ascendiendo la colina; entre los restos sobresalía un
Templo (debe ser el D), erecto pero entablillado, encorsetado, daba un poco de
pena verlo así, como a través de una persiana de lamas.
A
mitad camino (bueno, calle o avenida), en la parte oeste, había un equipo
trabajando en una prospección2
(arqueológica, parecía).
Llegamos a lo alto, pasamos la Puerta Norte o Principal, nos sentamos en aquella zona que fue de fortificación y nos pusimos a leer (la guía y más3), observar y comentar.
Tres líneas de defensa indicaba poder, categoría
y… riqueza; en pocos sitios quedaban tantos vestigios; una ciudad tan grande
(¿qué población?), junto a un río y a la costa; un puerto (o dos, quizás),…
Comimos algo camino de Agrigento y, sin demora, fuimos directamente al Valle de los Templos.
La disposición de éstos y el resto de las características del área arqueológica confieren a ésta un carácter especial.
Tenías
la sensación de pasear por un gran parque, en los aledaños de la ciudad pero en
pleno el campo; un gran parque sembrado de templos, restos arqueológicos
diversos, unos en pie, otros tumbados, pero todos sabia, artísticamente
colocados.
Allí estuvimos hasta que anocheció (y vimos
solo lo que vimos; ignoro cómo se puede visitar con menos tiempo). Realmente fascinante.
Entramos en Agrigento de noche, la gente,
muy cordial, nos indicó (a pesar de la calle principal cortada por la passeggiata) cómo llegar a nuestro
destino. Francesco, dueño del hostal, con gran tranquilidad, solucionó el
aparcamiento del coche (que yo, al más puro estilo siciliano, había dejado en
una pequeña bocacalle taponándola totalmente), nos enseñó la casa y nos mostró
las terrazas que dan nombre al establecimiento4 (ésta es la de la puesta de sol –ya no−, ésta la del
Valle de los Templos –sin palabras−, ésta…).
Lo cierto es que no pudimos ver nada de la ciudad, solo la Via Atenea. En una travesía, buscando uno de los
restaurantes recomendados por Francesco, encontramos un pequeño local5 de vinos con música de
jazz clásico, pedimos un vino (nos cautivó el ambiente) y, después de la consabida
tapa, continuamos con una tabla de quesos y salamis. Fue un buen broche para un
día tan completo.
¡Buen fin de semana!, ¡buen fin de mes!
A todos, todos, ¡felicidad!
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(1)
Aunque ya veníamos advertidos de que no había entrada reducida para la gente
mayor, siempre preguntaba en la taquilla porque alguna página (sin actualizar,
imagino) de la red sí lo predicaba. Por ejemplo,
que informaba:
●Entrada: 6,00 €
●Entrada libre para los ciudadanos de la Comunidad europea
con menos de 18 años o más de 65.
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(2)
Resultaba estimulante ver que se trabajaba en arqueología, teniendo en cuenta
lo que ha afectado la crisis a muchos aspectos sociales, el cultural
especialmente.
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(3)
Uno de los paneles informativos sobre los vestigios ofrecía el texto en varios
idiomas (esta vez, también, en español) y en él se podía leer la palabra “adarve”
(¡vaya nivel!), desconocida para mí, pero que capté su significado por el
contexto.
La RAE nos dice:
adarve.
2. m. Camino situado en lo alto
de una muralla, detrás de las almenas; en fortificación moderna, en el
terraplén que queda después de construido el parapeto.
4. m. En las antiguas ciudades
musulmanas, callejón particular que daba acceso a las viviendas situadas en él
y que se cerraba por las noches.
(La acepción 2 sería la de nuestro
caso).
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(4) Terrazze di Montelusa
B&B, Piazza Lena 6, Agrigento
El nombre del hostal se debe
lógicamente a las varias terrazas que tiene y a la denominación con que se
conoce a la ciudad de Agrigento en las novelas de Andrea Camilleri (las del comisario
Montalbano, claro).
Una
casa maravillosa y muy atento Francesco; los gatos limpios y muy suyos.
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(5) À PUTIÀ, Via Porcello, 18
(trav Via Atenea), Agrigento
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