No es extraño encontrar discrepancias en los textos de dos libros que reproducen la misma obra, incluso en dos ediciones distintas del mismo libro. Sin contar con las correcciones y actualizaciones del propio autor, diferentes traducciones de un original proporcionan diferentes textos, habitualmente frases disímiles que tienen el mismo significado, fruto de la interpretación personal de los traductores. Algunas veces, sin embargo, la diferencia puede ser acusada –incluso chistosa- por haber traducido una palabra del original con dos vocablos totalmente diferentes. Hasta aquí lo normal.
Lo que resulta más singular, para mí, al menos, es encontrar dos versiones de un libro con una diferencia que cumple:
1) Las dos ediciones son en lengua original (implica que no puede haber un error de traducción)
2) La diferencia reside en un adjetivo numeral cardinal (cuarenta y tres vs. cuarenta y cuatro)
Actualmente, en la clase complementaria de Francés, a la que asisto los lunes, estamos trabajando con el delicioso libro “Le Petit Prince” de Antoine de Saint-Exupéry. Bien, en el desarrollo de una clase, expuse que el protagonista había visto ¡cuarenta y tres! puestas de sol en un solo día. El profesor, con habilidad, rehízo la historia corrigiendo el numeral cardinal: …cuarenta y cuatro puestas de sol... Inicialmente pensé que mi memoria había fallado una vez más hasta que en un pequeño resumen del capítulo vi “43”, lo que confirmé inmediatamente en mi libro, capítulo VI, página 27: “Un jour, j’ai vu le solei se coucher quarante-trois fois!”.
La sorpresa llegó a continuación. El profesor, amable como siempre, echa mano a su libro, lo abre por la página 26 (capítulo 6) y lee: Un jour, j’ai vu le solei se coucher quarante-quatre fois!
Bueno, la diferencia estaba servida: Un libro (A), el que yo estoy leyendo, está editado en Francia (parte superior de la imagen) y el otro (B) está editado en EE.UU. y comercializado, al parecer, en Canadá (parte inferior de la imagen).
Lógicamente seguí indagando sobre el asunto y encontré otros dos libros (*): uno (D) de la misma editorial que el que yo utilizo (A) pero distinta edición y el otro (C) una versión electrónica. Ambos, como puede apreciarse en la imagen, coinciden con el texto de las ¡cuarenta y tres! puestas de sol.
Cabe pensar, si nos atuviéramos a los “votos”, que el libro “americano” (B) es el que está mal, a pesar de que fue en Estados Unidos donde se publicó por primera vez esta obra. Bien, pero… (siempre hay un “pero”) Saint-Exupéry en el capítulo X nos describe el pensamiento del pequeño protagonista de la siguiente forma: …Si él lo hubiera poseído (el poder), hubiera podido asistir, no a cuarenta y cuatro, sino a setenta y dos, o incluso a cien, o incluso a doscientas puestas de sol en el mismo día,… ¿Por qué cuarenta y cuatro? Este párrafo parece evocar el contenido ya citado del diálogo del capítulo VI y lo subrayado (por mi) da que pensar. En este caso los cuatro libros (A, B, C y D) si coinciden.
Bueno, sea cual sea el récord de puestas de sol en un día, siempre nos queda este magnífico libro del célebre escritor francés (**); libro que no ha envejecido; su simbología, su ternura, sus metáforas, sus críticas,… siguen en pie. Yo recomiendo releerlo y a quienes no lo han leído todavía que no lo duden -nuevo o de segunda mano, de la biblioteca más próxima o de Internet- y… disfrutad de los dibujos del propio autor.
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(*) He encontrado bastantes más y todos coinciden.
(**)Antoine de Sait-Exupéry nació en Lyon, en el seno de una familia noble, el 29 de junio de 1900 y desapareció, en acto servicio, en el Mediterráneo con su avión el 31 de julio de 1944.
Disfrutó de una feliz infancia a pesar de perder a su padre siendo muy niño. Estuvo muy ligado a su madre durante toda su vida.
No logrando ingresar en la Escuela Naval se decidió a estudiar Bellas Artes en París y, más tarde, el oficio de piloto durante su servicio militar en la Aviación.
Se casó durante su estancia en Argentina y ejerció la profesión de piloto comercial al tiempo que se relacionaba con círculos literarios. Más tarde trabajó como piloto de pruebas y participó en diferentes competiciones de vuelos de grandes trayectos.
Durante la 2ª Guerra Mundial luchó en la aviación francesa hasta su muerte. En los últimos años han aparecido pruebas de que su avión, volando sobre el Mediterráneo, fue derribado por un caza alemán al sur de Marsella.
Nos dejó una docena larga de libros entre los que, además de El Principito, destacan El aviador, Correo del Sur, Vuelo nocturno, Carta a un rehén,…
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A todos, buenas noches y ¡feliz lectura!
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