CERO
Hoy vengo a
volcar en esta hoja del bloc cuatro microrrelatos. Son fruto de las ideas
surgidas del Taller pero con el ánimo de salir fuera, de participar en
concursos (tres, en este caso) y comparar con otros textos sujetos a las mismas
bases. Es cierto, como dice Fernando, que el resultado de los concursos depende
del jurado. Sobre este punto volveremos un próximo día; valga ahora el aspecto,
cuando se tiene acceso a los demás, de la comparación: siempre se aprende algo.
UNO
Se trata de un
relato presentado a un concurso que exigía:
·
Nombrar “otoño” y/o “invierno”.
·
Extensión máxima (sin el título) de cinco líneas, Arial
12 (formato Word).
UN OTOÑO MÁS
“Cerrando
puertas. Subiendo”. La voz metálica resonaba aún cuando ya ascendíamos. Me
sorprendió la velocidad de los dígitos en la pantallita: …1015, 1016… 1218,
1219, −empezó a ralentizar−, 1220, 1221 −se paró−. Alguien conocido pero con
más barba me observaba desde el espejo. Escuché: “Invierno. Abriendo puertas. No se demoren, salida inmediata para
próxima estación”.
DOS
En este caso el
concurso establecía para el relato:
·
una frase obligada como inicio
·
una extensión máxima de 130 caracteres, incluidos
los espacios (sin incluir la antedicha frase)
Son dos los
microrrelatos y los títulos los encajé “a posteriori”. Y… no, no fui
seleccionado. Leí, entre los presentados, relatos muy buenos; el ganador, sin
embargo, no me gustó.
INCENDIO MILAGROSO
Hubo una, no habrá otra y nadie la echará de
menos. Era malquerida
y… temida. Un cortocircuito casual fue la salvación. Luego supe que en casa de
la bruja no había electricidad.
HASTA EL RABO…
Hubo una, no habrá otra y nadie la echará de
menos. Desolación,
chozas desarmadas, tumbas. En el botiquín un esqueleto con bata blanca. En su
libro diario se leía: Epidemia vencida.
TRES
Las bases de este concurso también exigían:
·
Una frase concreta para comenzar el relato
·
Un máximo de cien palabras para el mismo, sin
contabilizar el título ni la frase obligatoria.
·
Un plazo muy corto para su ejecución.
EL PRIMERO
Nuestros mismos ojos nos miraban desde el fondo. Fueron agrandándose conforme avanzábamos cogidos de
la mano. El cebreado luminoso iba descubriendo la presencia de dos arcones, dos
mecedoras, un maniquí, una máquina "Singer" y cien cachivaches y
trebejos más. Todo cubierto por una película beis. Yo tenía curiosidad y...
miedo. Él también, aunque como era el chico...
Ahora ya no nos miran; yo, al menos, he cerrado los
míos.
¡Mmmm!
Terminando
junio,
a todos, ¡feliz
julio!
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Las
imágenes proceden, por orden, de:
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www.castelruiz.es
+ www.solcultural.com + www.madrid.es + www.biblioasturias.com + literaturashispanicasuam.blogspot.com.es
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sacanueces.blogia.com
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econews.pe
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blogs.20minutos.es/cronicaverde
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