La mayor parte de las mañanas que no tengo
clase, acudo a la biblioteca, incluso sábados y algún domingo. Allí, aparte de
leer, aprovecho el espacio y, sobre todo, el ambiente tranquilo para escribir y
estudiar. Durante gran parte del año las salas se llenan de estudiantes
–preparando el examen de MIR, en su mayoría– que ocupan todas las mesas no
reservadas que amueblan la 2ª planta. Esto motiva que, para asegurarme plaza,
acuda un poco antes de la apertura y espere frente a la puerta dicho momento.
Guarecido bajo el alero del edificio y el
dintel de la entrada del espléndido edificio, soy testigo –y alguna vez
partícipe– de la tertulia que diariamente se organiza allí. Los jubilados
también madrugan para leer la prensa diaria, dado que el número de ejemplares
de cada periódico es limitado, y durante 10/15 minutos, en el citado punto de
espera, se comenta algún tema de actualidad o se habla sobre cualquier otro que
pueda surgir al hilo de no importa qué.
El “profesor”, con estilo sereno y habla
comedida, participa activamente y su opinión es solicitada por la mayoría. El “abuelo”,
con 81 años y audífonos en ambos oídos, hace gala de su gran memoria
recitando titulares exactos de la prensa de antaño o los pies de foto de los
textos que ha devorado. El “madrugador”, con mirada de pillín, te cita, después
de darte “los buenos días”, la noticia más destacada de la jornada. El
“fumador”, el “quejica”,…
–La Caja de Ahorros tiene un hogar del
jubilado, donde también se puede leer la prensa –dijo X.
–Sí, pero solo pueden acceder los que
cobran la pensión por la Caja –agregó Y.
–¿Recordáis el centro cultural de la Caja,
cerrado ahora por causa de la crisis? –terció Z.
–Sí hombre, entre la calle San Francisco y
la plaza Porlier –confirmó Y.
–A muchas conferencias asistí yo allí.
Venía gente importante, aquel Boyer que había sido ministro, y Fraga, y muchos
otros. Yo acudía a escucharlos, fueran del color que fueran –dijo Y.
–De eso se trata, de oír lo que dicen todos
–sentenció V.
–Y ciclos de cine, y recitales, y… –añadió
W.
–Pues… se acabó. ¡La jodida crisis! –remató
X.
–La crisis es un perro que siempre muerde a
los mismos–volvió a sentenciar V.
–¿Saldremos de ella? –preguntó
retóricamente Z mientras ayudaba a abrir las puertas.
Las 8h y 30m: allá entramos todos y,
mientras subía las escaleras, iba pensando en las últimas palabras dichas en la
singular tertulia y en la respuesta que pude escuchar en una conferencia a la
que asistí en la Universidad hace casi dos años y que dejé reflejada en UN AÑO MÁS Y… UN AÑO MENOS. SIGUE LA CRISIS.
Estamos en plena cuesta, enero
¡Suerte a todos!
¡Suerte a todos!
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Imágenes, por orden:
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Propia
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www.cajastur.es/osyc/acultural/
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